Actividades para el desarrollo de la integración sensorial

¿A quien va dirigida la integración sensorial?

Normalmente, un niño con desorden del procesamiento sensorial presentará más de uno de estos signos.

– Hipersensibilidad al tacto, movimiento, luces o sonidos. Esta hipersensibilidad puede ser manifestada en comportamientos tales como irritabilidad o retirada cuando se le toca, evitar ciertas texturas de ropas o de comidas, distracción o reacciones de miedo al movimiento en actividades ordinarias, como las actividades típicas de los juegos de recreo.

– Hipo reactividad a la estimulación sensorial. En contraste con los niños hipersensibles, un niño hipo reactivo puede buscar experiencias sensoriales intensas, por ejemplo dar vueltas sobre sí mismo o chocar adrede con los objetos. Algunos niños fluctúan entre los dos extremos hiper o hipo reactivos.

– Nivel de actividad inusualmente alto o bajo. El niño pude estar en movimiento constantemente o, puede ser lento en activarse y fatigarse fácilmente. De nuevo, algunos niños pueden fluctuar de un extremo a otro.

– Problemas de coordinación. Los problemas de coordinación se pueden ver en actividades motoras gruesas o finas. Algunos niños pueden tener un equilibrio pobre, mientras que otros tienen gran dificultad en aprender a realizar nuevas tareas que requieren coordinación motora.

– Retraso en el habla, lenguaje, habilidades motoras o rendimientos académicos. Estos signos pueden ser evidentes, ya en preescolar como signos de una integración sensorial deficitaria. En la edad escolar, puede haber problemas en algunas áreas académicas a pesar de una inteligencia dentro de la normalidad.

– Pobre organización del comportamiento. Los niños pueden ser impulsivos o de fácil distracción y mostrar falta de planeamiento al abordar las tareas. Algunos niños tienen dificultad al ajustarse a una nueva situación. Otros pueden reaccionar con frustración, agresividad, huída o rechazo cuando son conscientes del fracaso.

– Pobre autoestima. A veces, un niño que experimenta los problemas que acabamos de mencionar no se siente bastante bien. Un niño listo con estos problemas puede saber que algunas tareas con más difíciles para él que para otros niños, pero puede no saber por qué esto es así. Este niño puede parecer perezoso, aburrido o desmotivado. Algunos niños pronto encuentran maneras de evitar esas tareas que son duras y embarazosas. Cuando esto ocurre se suele considerar al niño como problemático o testarudo. Cuando un problema es difícil o incomprensible, padres e hijos pueden sentirse, ambos, culpables. La tensión familiar, el pobre concepto de sí mismo y, en general, el sentimiento de desesperanza prevalecen.

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